miércoles, 19 de diciembre de 2012

Va de despedidas.

Aviso: probablemente esta entrada sea lo más moñas que he escrito en mucho tiempo. Prevenidos quedáis.


This is the end, beautiful friend... así empezaban The Doors en la conocida canción, pero al contrario que Morrison y los suyos, no podemos hablar de "my only friend" o "I'll never look into your eyes again". Es sólo el final, pero hablando del tiempo y la estancia aquí. La amistad, los momentos vividos y el Erasmus continúa, en el último caso, al menos hasta junio.

Pero no adelantemos acontecimientos... llevo tanto sin escribir que sería imposible contar todo lo que he vivido aquí en este mes y medio desde la última entrada. Y es que, como normalmente decimos en la residencia, esto es un Gran Hermano sin cámaras y todo se magnifica. Y un mes aquí es como un año. Y de repente llega diciembre y la gente empieza a hacer las maletas y te das cuenta que a tus espaldas llevas un mes de auténtico disfrute y pasarlo bien.

Podría hablar de cómo este mes el baloncesto una vez más ha formado parte de nuestra diversión. De hecho estuve a punto de escribir una entrada sobre ello, pero luego la pereza, una vez más, pudo conmigo. Digamos que hemos ido a todos los partidos del Zalgiris, al menos de Euroliga, pero realmente, todo empezó aquel viernes 30 de noviembre en el Zalgiris - Olympiacos cuando un grupo de españoles semi-ebrios se presentó en la cancha una hora y media antes del partido con una pancarta para Marko Popovic (ídolo local, más allá de sus habilidades baloncestísticas). El caso es que en ese momento estaba el susodicho echándose unos tiros, y claro, vio a unos pirados armándola y no le quedó más remedio que venir a hablarnos. 
Popovic ahora sabe que tiene incondicionales
Pero no fue lo único, después estuvimos en la rueda animando como si de la final de Euroliga se tratara y nos daba igual que sólo fuera un simple calentamiento. Pero claro, ven un grupo de jóvenes, con una pancarta, gritando, y para más inri, no-lituanos, pues a la fuerza llamamos la atención. Todos los fotógrafos haciéndonos mil fotos, vídeos everywhere, la gente pidiéndonos fotos con la pancarta y animándonos. Fue una tarde increíble (dejemos a un lado que el Zalgiris perdió). Pero más increíble fue llegar a casa y descubrir que salíamos en medios locales, en la página oficial del equipo como noticia y vídeos relacionados, no sé cuántos comentarios y "me gustas" animándonos y flipando con que, sin ser de Kaunas, montáramos tal espectáculo para apoyar al equipo.

Agradables autóctonos se agregaron a la foto que el Zalgiris mostró en su página

Pero esto no acaba aquí, somos los supporters oficiales y nos enteramos que una semana después habría una charla sobre Cataluña y la diversidad cultural de España con el mismísimo Joan Plaza. Pues ahí nos plantamos, asistimos a la charla (los lituanos preguntando cosas tan trascendentales como cuánto había influido Josep Carreras a la Sociedad catalana). Plaza ya nos tenía fichados a los españoles e incluso nos pedía ayuda con algunas palabras en inglés. Y cuando terminó el coloquio, obviamente fuimos a hablar con él y acordamos ir al próximo entrenamiento del equipo, aunque sin mucha convicción. Resaltar el momentazo en el que dos de nuestros coleguis (Fran y Oier) propusieron a Plaza volver a España en moto en junio si el Zalgiris ganaba la Euroliga. Y él, como podéis ver aquí, aceptó (a partir del segundo 40)

Pues allí que nos plantamos dos días después, entrando por la entrada de atrás a la cancha de entreno, sentados dos horas viendo como los jugadores hacían táctica y contraataques, sobre todo. Y cuando acabó, y pensábamos que debíamos irnos, nos despedimos de Joan, a lo que él, extrañado, nos dijo: "¿pero no vais a bajar a echaros unos tiros o qué?" Y como locos bajamos las escaleras hasta la pista. A ver, pongámonos en contexto: el Zalgiris es el equipo más importante de Lituania y el entrenador en persona nos deja bajar a la pista, dirige una clase-concurso de tiros libres y habla con nosotros y nos cuenta del equipo y su vida como si fuera mi entrenador en el patio de mi colegio. En serio, que si lo extrapolamos es como si Mourinho te dice que bajes al césped del Bernabeu a practicar penalties con él. Pues claro, todos emocionados, club de fans oficial de Joan Plaza en Kaunas y el permiso para ir, ya no sólo a los entrenamientos, sino también para recorrer los vestuarios y todo el Zalgirio Arena. Por supuesto, decir que unas cuantas fotos cayeron: los hermanos Lavrinovic, los cuales son coleguis del r.r.p.p español por excelencia (aka Fran), Kaukenas... Y lo más gracioso fue la foto de equipo, que tiró el propio Joan Plaza subido en una silla para que se nos viera a todos. Todo bastante surreal y demasiado increíble.
La zona mixta
Foto para el calendario oficial 2013 del equipo
Pero aquí no acaba todo. Digamos que en Lituania el invierno ya llegó cuando el otoño empezaba en el resto del mundo. Y el último mes hemos amanecido con nevadas cada mañana y temperaturas de -10 grados. Sí, todo muy bonito, qué chulis las fotos, cuánto blanco... pero en serio, salir con ese tiempo no es normal. Y por supuesto, quien me conoce bien, sabe que de por sí soy propensa a caerme al suelo en los lugares más insólitos no te quiero contar si el suelo está resbaladizo. Pero creo que en Lituania he sobrepasado los límites y, una noche (y aquí es cuando, mamá, puedes dejar de leer) en la que no iba en plena posesión de mis facultades, acabé nadando (pero literal, al no poder levantarme porque estaba medio atrapada, me puse a hacer impulso nadando) en un charco enorme y profundo que hay en la calle a las 4 de la mañana con -8 grados que marcaba el termómetro. Esto propició que los 3 amigos con los que volvía a casa se partieran de risa y cayeran al suelo también. Una estampa grotesca de la que, por suerte, nadie más fue testigo.

Esta es la parte ociosa y distendida... pero claro, cuando empiezas el Erasmus, y empiezas a conocer la gente que por cierto período de tiempo será tu familia, sabes de antemano que eso tendrá un final. Y es cierto que aunque lo sepas y lo interiorices, al final no estás preparado para decir adiós. 

Estas dos semanas han sido un goteo incesante de gente que se marchaba. Todo empezó el lunes pasado, cuando el grupo grande de mi planta, el grupo con el que yo comía y cenaba normalmente, "little kitchen family" se fue a la vez y coincidiendo con el cumpleaños de uno de ellos se montó una guapa en la residencia: todos asomados a las ventanas del patio, preparados para la llegada del cumpleañero y cuando este llegó, comenzó el espectáculo: globos de agua, arroz, pasta, petardos, fuegos artificiales le cayeron al pobre. Todo ello amenizado con cánticos de cumpleaños, gritos... todo esto se trasladó dentro de la residencia, donde, solo decir que me fui unas horas y cuando volví, era un auténtico campo de batalla: las alarmas sonando, guerras de comida y bebida en las cocinas, gente toreándose en medio del pasillo, petardos y correpies por toda la residencia, gritos, humo... reconozco que al principio me quedé un poco en shock, pero me duraría unos 10 segundos (vamos, lo que tardé en unirme :D)

Aún así, al día siguiente todos marcharon, y las lágrimas sustituyeron el ketchup de las paredes. Sin embargo, lo peor estaba por llegar: si es difícil separarse de gente que vive en Europa, lo es más hacerlo de gente de Argentina, y más sin saber si volverá o no en el segundo semestre. Las lágrimas fueron transportadas a la estación de autobuses donde nos empezábamos ya a dar cuenta que no iba a ser tan fácil.

Y llegó ayer, y tocó decir adiós por parte de mucha gente (entre ellas yo): el karaoke lleno de gente internacional llorando, abrazándose, cantando todos juntos, suplicándole al camarero para que pusiera nuestra canción Erasmus (Antía, al final lo conseguimos y Some Nights sonó mejor que nunca)... "la gran familia Erasmus" todo ello aderezado con alcohol, que todos sabemos que hace más fácil sacar los sentimientos :P.

Y aquí me encuentro ahora, sin haber dormido por acompañar a unos cuantos a la estación, con miedo a quedarme dormida por si no me despierto y pierdo el avión, con la maleta aún a medias (al menos es sólo la de mano), mirando mi habitación aún sin saber si seguirá siendo la mía en el segundo semestre (espero que no), sin un sólo ruido en el pasillo (ciertamente es horrible) y pensando en el viaje que tengo por delante en unas horas.

En verdad, no quiero que acabe, pero al mismo tiempo, es horrible estar en la residencia, estando ella tan vacía. Prefiero recordar los gritos en el pasillo, el desastre en las cocinas los fines de semana, el salir de tu habitación y encontrarte a alguien ipsofacto o ir a la cocina y tener la certeza de que alguien estará allí...


                                     Most nights, I don't know anymore...


Para todos aquellos que han hecho de este semestre inolvidable. Gracias. And see you soon.

Feliz Navidad y hasta el semestre que viene :)

Pagarbiai.

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