miércoles, 24 de octubre de 2012

Bruselas y Riga pueden con la rutina

Más de un mes después de la última entrada aquí estoy de nuevo. Algunos pensaréis: ¡qué vida tan ocupada llevará esta muchacha! No parará de aquí para allá todos los días.

Error. La cuestión no es que lleve una vida muy ajetreada y que no tenga un segundo para actualizar esto. En verdad es que ya estoy acomodada a la ciudad y estoy ya inmersa en la rutina. Vamos, que si no he actualizado es porque no hay mucha cosa que contar más allá de la típica vida Erasmus: salir casi todas las noches al Dzempub (el, para mí, mejor garito de aquí) beber mucha cerveza y vodka, pasar tiempo en todas las habitaciones menos en la tuya y pasear cuando el clima lo permite.

Ah!  Y también ir a clase lo necesario (que no es siempre lo justo).

Todo esto cambió hace un par de semanas cuando cogí un vuelo dirección Bruselas- Charleroi. La visita estaba planeada desde hace meses: Lovaina nos esperaba con el mejor anfitrión posible, Adrián. Y con (casi) toda la tropa: Amalia, Clara y Pedro.

Dos días en Leuven para constatar que los Erasmus en Bélgica (y supongo que en los demás destinos) vivimos parecido: que los españoles somos una plaga, cada uno con su guetto, intentando practicar inglés como se tercie, fiestas y más fiestas, ahorro en comida para tener más dinero que gastar en cerveza, etc. De Lovaina me quedo con los bares, la residencia- Universidad de Adri y el barrio de la Viudas (o Viejas, no me acuerdo), pero que era muy bonito, con sus calles empedradas y sus enredaderas.  El último día lo pasamos en Bruselas, hospedados en un hotel en lo que podríamos llamar “el Lavapiés bruselense”. La Grande Place, la estatua del bebé meando (decepcionante, era una estatua enana), alguna cuesta que subir (la única que subimos en los cuatro días), el mirador y, cómo no, la tienda de gofres.

Pero con lo que de verdad me quedo es con la tienda de comics, la más grande de Europa según rezan sus carteles. En serio, si vais a Bruselas, tenéis que visitarla. Aunque no tengáis ese tipo de hobby. Es la típica tienda en la que quieres comprar todo, aunque no necesites nada de ello: libros, comics en cualquier idioma, figuritas, camisetas, los utensilios que utilizaban los autores, pósters (tengo que volver a por el de Tintín) y un sinfín de caprichos bastante caros en alguno de los casos.

Un día largo, en el que cargamos con el cansancio y la resaca de la noche anterior y que acabó con nosotros tirados en las camas del hotel. Así, al día siguiente nos despertamos a eso de las 6, para coger el bus que nos llevaría al aeropuerto y, tras un fin de semana repleto de muletillas repetidas hasta la saciedad, de mucho aprendizaje de arquitectura, cultura y, en general, de la vida, gracias a Pedro Torrijos, aborreciendo a los malditos kebabs (4 en tres días) cogimos el avión rumbo a Madrid.

(Aquí debería haber fotos, pero mi cámara-chusta era encargada de las fotos de por la noche. Y aquí no procede)

Y casi beso el suelo al llegar. Pero al ir con 3 capas de ropa más el abrigo y bajar del avión con casi 20 grados, se me quitaron las ganas. Viaje exprés, que lo llaman, se me pasó el tiempo volando. Familia, amigos del colegio, universidad y de toda la vida, y un concierto de Wilco en sólo tres días. Todo con la mejor compañía posible. Pues así estaba yo el miércoles noche, que no me quería volver ni patrás.

Pero el despertador sonó a las 4 de la mañana y un viaje con escala me estaba esperando. No creáis, se me hizo corto: Madrid- Bruselas completamente dormida. En el aeropuerto de Bruselas dormí 3 horas y esperé despierta 1. ¿Y en el Bruselas – Kaunas? Pues lo mismo, dormida en la bandeja del asiento de delante. Así cualquiera.

Cogí el bus aún con la morriña, y tras 40 minutos llegué a la residencia. Mi casa. Y el ambiente me hizo cambiar la cara. Y es que los españoles estaban preparando nuestra Cultural Night. Las Cultural Night es un evento que tiene lugar cada jueves en un bar al lado de nuestra resi en el que los miembros de cada país muestran su cultura a través de vídeos, comida, bebida y lo que se tercie. Pues llegué y casi sin soltar la maleta, me puse a ayudar en la cocina: tortillas de patata, pa amb tomaquet, jamón serrano, sangría, agua de Valencia… todo ello en cantidades ingentes.

Y cómo la cosa va de enseñar nuestra cultura y, como no podía ser de otra forma, llegamos tarde a nuestra propia presentación. Tras enseñar un powerpoint, explicar un poco nuestro país y nuestras peculiaridades en un tono humorístico (ya sabéis, siesta&fiesta), tocar y cantar “Tu Calorro” de Estopa con la guitarra española, bailar Paquito el Chocolatero y la Macarena, y darlo todo  con las palmas sin un ritmo concreto, se procedió a la degustación, que, por cierto, fue un auténtico éxito. Ahora todos piden la receta por la residencia  :P.

Tu Calorro - Performance by Axier Cabal
No podía faltar Paquito el Chocolatero
Del día de después mejor no hablar, tan sólo decir que hemos sido la Cultural Night más accidentada hasta el momento: vasos rotos y robados, la pizarra  del bar en la que viene el menú del día desaparecida, y un toque de atención por llevar tanta bebida (10 litros ná menos). La leyenda española sigue creciendo, por si no teníamos suficiente con nuestra imagen de ruidosos. Pero lo mejor y más increíble de todo es que les encantamos. Así que, como dice el típico tópico Spain is different.

Y casi sin tiempo para asentarme de nuevo en Kaunas llegó el sábado. Y con él, el viaje a Riga, previo paso por la famosa Colina de Cruces. Sólo diré que no aguanté allí más de 10 minutos: el nombre no induce a engaños, se trata de unos montículos con escalones en los que hay miles de cruces que la gente ha ido dejando a lo largo de los años. Como un santuario. Nos contaron que la mayoría de la gente sentía una fuerza especial al estar allí. Pues qué queréis que os diga,  a mí es que estas cosas de religiones, a pesar de haber ido a un colegio de franciscanos, me dan mal rollo.

La primera impresión

Tras unas dos horas más en el bus, por fin llegamos al albergue. Pegado al río Daugava, estaba a sólo 5 minutos del oldtown, dónde nos hicieron una guía. He de decir que la ciudad me encantó: las casas parecían castillos, muy de cuento de fantasía. Es una ciudad-ciudad, con su parque al estilo Retiro con barquitos, coches tirados por caballos o por ciclistas y edificios señoriales. Y sobre todo, mucho arte callejero: al menos tres grupos distintos haciendo performances en las calles del centro. Vamos, que la ciudad me gustó muchísimo. Además, y ¡ojo! al bakalá-record:  Riga es la ciudad de Europa con más árboles de navidad. Casi ná. El punto negativo es que Letonia es algo más cara que Lituania, pero algo menos que, por ejemplo, Madrid. Que por cierto, la moneda de allí se llama lats (1 lats es algo más de un euro).
Plaza del ayuntamiento
Panorámica del centro
Oldtown
Lo de los grupos callejeros me encantó
¿La noche letona? Pues como todas. La ESN organizó un encuentro Erasmus entre los estudiantes internacionales de Letonia y Lituania en un pub en el que teníamos que llevar algún motivo relacionado con la temática “Like a Sir”. Pero al final, ni encuentro internacional (casi todas eran caras conocidas), ni “Like a Sir” (más allá de los bigotes de cartón que nos dieron). Nos llevaron a una discoteca que me recordó peligrosamente a Kapital (horror) y tras unas horas preguntándome qué pintaba yo en un sitio como ese, pillé a mis compis de habitación a eso de las 4 y volvimos al hostel, donde nos quedamos hasta las 6 tirados en un pasillo hablando de todo y nada a la vez.

El domingo, después de que los españoles fueran por todas las habitaciones despertando a voces y cantando a la gente, moviendo las camas (fui una de las afectadas, acabé en medio de la habitación), de dar un par de vueltas más por la ciudad y terminar de despedirnos de ella, cogimos de nuevo el bus de vuelta a Kaunas. Y no hace falta que lo diga, pero me quedé sopa en el trayecto.

Río Daugava
El Retiro rigués
Reloj random del centro
La iluminación por la noche de la ciudad es preciosa
Lamentablemente el domingo no acabó ahí y, para que luego digáis que no cuento nada referente a lo académico, ya estrené mi temporada de noches-sin-dormir-por-hacer-trabajos: me acosté a las 8 de la mañana terminando un trabajo sobre la propaganda del franquismo. Y aunque parezca interesante, cuando llevas 4 días seguidos en aviones, buses y visitando una ciudad de por medio, lo único que quieres hacer es irte a la cama. Esa noche di gracias a google translate y al copypaste como nunca en mi vida, por cierto. Y es que, en teoría, y aunque apenas no lo haya notado, estamos en la semana de exámenes de mitad de semestre (en mi caso, trabajos).

Por cierto, que dicen que la semana que viene es posible que empiece a nevar (pronostican hasta -5 grados), cosa que choca totalmente con el buen tiempo que hemos tenido hasta hace un par de días. Eso sí, por la noche ya refresca que da gusto.

Kaunas hace un par de días
Y… creo que esto es todo hasta, con casi toda seguridad, la semana que viene, ya que ¡Tallin y Helsinki me están esperando desde este jueves!  Ya os contaré :)

Pagarbiai!